Toda profesión tiene sus “artistas”. Profesionales con métodos de trabajo únicos que brillan con luz propia dentro de su sector con una visión y sagacidad fuera de lo común y que atraen a verdaderas legiones de seguidores y, también, algunos detractores. Y la consultoría de empresas no es una excepción.
Vivimos en una era fundamentalmente tecnológica. Un tiempo en el que muchos problemas pueden resolverse mediante software especializado. ¿También los problemas de una empresa? Esa parece ser la opinión de muchos consultores que invierten grandes cantidades de dinero en programas de gestión muy sofisticados.
No me malinterprete. No resto a estas iniciativas ni un ápice de su validez. A pesar de ello, creo que no se están usando con la filosofía adecuada. Y es que, tras algo de experiencia en el mundo de los negocios, resulta ridículo llegar a creer que todos los problemas de una empresa pueden solucionarse con un software por intrincado y completo que este pretenda ser.
¡Menudo chollo sería tener este “Santo Grial” de los negocios! Entre otras muchas cosas, me ahorraría enormes cantidades de tiempo y esfuerzo que dedico a mi profesión. Resumiendo en una frase: no me rompería tanto la cabeza. Me limitaría a meter una serie de datos y variables en el ordenador y este me devolvería un plan de actuación innovador y eficaz. Y, el resto del tiempo, lo dedicaría a menesteres más agradables…
Seamos serios. ¿Alguien puede creer de verdad que un ordenador, con la tecnología actual, es capaz de sustituir al pensamiento humano? Un programa puede ser (y, de hecho, lo es) útil para procesar información y que no resulte tan ardua la tarea de crear un informe. Una herramienta, a fin de cuentas. Pero es la mente humana la que debe analizar esa información y tomar una decisión en base a la información que tenemos.
Por eso, encuentro realmente gracioso (reír por no llorar) encontrar firmas consultoras cuyo máximo valor añadido aportado al cliente es la supuesta exactitud de su software. Dice muy poco acerca de las capacidades de los consultores de esa firma. ¿En manos de quién estaría dispuesto a dejar la gestión o reestructuración de su negocio? ¿En las de un ordenador (por infalible que sea) , o en manos de un profesional de cierta experiencia con criterios propios?
La respuesta es tan obvia que no vale la pena siquiera mencionarla. Es por ello que, los que se han venido a denominar consultores “artesanos” están mucho mejor considerados en el sector y, en consecuencia, puedan cobrar mayores honorarios por sus servicios profesionales. Experiencia, preocupación por las personas y sentido común son solo algunas cosas que un ordenador no puede aportar, al menos por el momento.
Realmente, yo no considero que esté haciendo nada fuera de lo común. Intento hacer las cosas como creo que pueden ser mejor. Por supuesto que tengo cierto software que me asiste en mi trabajo. No tenerlo equivaldría a trabajar con métodos trasnochados y de escaso valor en los tiempos que corren. Pero de ahí a dejar que sea el software quién me diga lo que tengo que hacer y lo que no en una empresa…
Algunos verdaderamente consideran a los consultores “artesanos” verdaderos artistas de los negocios. Yo creo que, cualquiera que pretenda llamarse consultor, debería saber hacer las mismas cosas aunque no tuviera ningún software a mano. La nueva generación de consultores que se están formando, corren el peligro de dar una importancia excesiva a las herramientas y perder la tan necesaria filosofía que acompaña a la profesión del consultor. Esto es, lo que no deberíamos dejar que sucediera, bajo ningún concepto si queremos mantener la reputación del sector.
Habrá gente que me acuse de tener una visión escéptica frente al cambio tecnológico. Quizá sea porque aprendí con profesionales de la “vieja escuela”. Todo podría ser. No obstante, una de las cosas más maravillosas que ofrece un sector de competencia perfecta, como es la consultoría de empresas en estos tiempos, es que va a encontrar empresas con filosofías de negocio totalmente diferentes. Busque aquella con la que se sienta más cómodo.
Tómese la molestia de conocer el método de trabajo de los diferentes profesionales con los que hable, y saque sus propias conclusiones respecto a los mismos. Usted será el principal beneficiado. En esto, como en muchas otras cosas dentro del mundo de la empresa, hay montones de formas correctas de hacer las cosas. Eso es lo que hace a esta profesión tan maravillosa.
Jorge Ignacio Mata Arribas – Gerente de JMA Asesores – www.jma-asesores.com
Fusión!!! La tecnología es sin lugar a dudas un gran apoyo para cualquier profesional y debemos aprovechar sus ventajas, pero tras ella hay personas, y la maestría de los profesionales es el valor añadido que marca la diferencia en los resultados finales de los proyectos, en las experiencias del cliente,…y al final en la mejora de la competitividad de las empresas.
A veces la tecnología resta protagonismo a esos profesionales de cualificación magistral y a veces, también, la falta de reconocimiento hace mella en su motivación, pero sin lugar a dudas yo defiendo la idea del profesional artesano que potencia sus capacidades con el uso de la tecnología.
Feliz Navidad!
Muchas gracias por tu comentario Carmen.
Coincido plenamente en que la tecnología es una poderosa herramienta. De hecho, sería una incongruencia negarlo por mi parte ya que dedico gran parte de mi tiempo y recursos a compartir mis conocimientos y artículos en el mundo digital. Este artículo tiene cierto componente de crítica hacia los que ponen a la tecnología en el lugar principal, ¡eso es un gran error!
Ya pasó en su momento con el boom de las empresas puntocom y, ahora, parece que acabará ocurriendo algo parecido con las redes sociales. Herramientas muy poderosas pero utilizadas de manera incorrecta, pues la impresión que tienen los que no entienden o se dedican a esto es que son remedios «todovale» que resuelven cualquier problema.
Yo creo que la tecnología, a fin de cuentas, son herramientas que nos facilitan la vida. Y en el mundo empresarial, bien usadas, todas estas herramientas nos pueden hacer llegar a niveles de negocio nunca vistos. Pero, como todo en este mundo, hay que trabajarlo.
Saludos cordiales y feliz Navidad,