El Asesor-Consultor Holístico

Podríamos definir el término holismo como un sistema de pensamiento basado en la idea de que todas las propiedades de un sistema o disciplina no pueden ser explicados en función de las partes que las componen por sí mismas. Se trata por tanto, de una concepción basada en una integración total del sistema frente a un concepto o situación.


Es una visión tan antigua como el propio Aristóteles que fue quién escribió aquello de “el todo es mayor que la mera suma de sus partes” en su libro destinado a la Metafísica. Esta filosofía es de la que se ha derivado el concepto de sinergia. ¿A qué ya va entendiendo por donde quiero ir?

Durante demasiado tiempo, la gestión empresarial se ha ido fragmentando en multitud de disciplinas muy especializadas que requerían de conocimientos alejados de la visión general de la empresa. ¿Quiere ejemplos? Hace años no era infrecuente encontrarse consultores de Marketing en toda la amplitud de esa palabra, hoy sin embargo, contamos con especialistas en Merchandising, expertos en Relaciones Públicas o Social Media Managers.

Parecería a los ojos del extraño que lo correcto es sobreespecializarse en un campo muy concreto del saber, lo que los especialistas de marketing llaman “estrategia de nichos”. Esto puede ser muy válido, e incluso necesario en algunas profesiones, pero, en mi modesta opinión, no en la de consultor de empresas.

Cualquiera se preguntaría, “Jorge, si lo que dices es cierto… ¿por qué no paro de encontrarme con consultores de empresas muy especializados a los que parece irles muy bien las cosas?” Dar una respuesta tajante sería poco apropiado. No obstante, puedo darle una teoría personal al respecto.

Creo que la educación que recibimos en el colegio es la causa más importante de que muchos no aprendamos a cultivar una visión más holística en determinadas disciplinas, sobre todo en el ámbito de las ciencias sociales, que son las que más relacionadas están con la mente humana. Para ello, veremos las dos fases de cualquier reflexión humana.

La primera fase es la fase de percepción. En ella reconocemos alguna cosa porque encaja en una pauta mental preexistente. Lo que comúnmente llamamos “ideas”. Las ideas son lo que nos permiten comprender las experiencias mediante la codificación de nuestras vivencias a fin de poder utilizarlas en la segunda fase: la del juicio. Al dar un nombre al objeto “simplificamos” algo complejo. Por poner un ejemplo, ante una disminución en las ventas de nuestra empresa, debemos hacer un examen a fondo de la misma para etiquetar la causa como, por ejemplo un problema de marketing.


Precisamente este es el mayor peligro que corremos. Un especialista en marketing, siempre tenderá a ver un descenso de ventas como un problema de marketing. Quizá el problema no sea culpa directa de esta función, sino de otros aspectos no menos importantes de la empresa, como un personal poco formado (problema de Recursos Humanos) o a un recorte en los presupuestos de algunos departamentos (problema financiero).

Cualquier consultor debe realizar un diagnóstico previo antes de actuar. El problema es que el consultor especialista corre el peligro de dejarse llevar por su especialidad. Y todos sabemos lo peligroso que es fallar en el diagnóstico de un problema. El remedio puede acabar siendo peor que la enfermedad. Es aquí donde el consultor holístico o generalista puede aportar un mayor valor añadido.

La segunda fase es la fase de juicio. A través de las ideas y conocimientos es cuando emitimos un juicio de valor respecto a una experiencia, generalmente similar a alguna otra que hayamos tenido en el pasado. Este es el verdadero terreno de un especialista. Si hemos identificado correctamente (preferiblemente usando la visión holística) cuál es el problema, y hemos determinado que el problema ciertamente viene del departamento de Marketing, es cuando podremos aplicar sin ningún tipo de temor técnicas como la investigación de mercados, las hojas de cálculo de ratios y otras herramientas similares.

Para esta segunda fase, contamos con una buena preparación con lo que aprendimos en el colegio: lenguaje verbal, matemático, análisis, deducción, discusión o evaluación son solo algunas de las competencias que todos en mayor o menor grado adquirimos. De hecho, lo hacemos tan bien que llegamos a pensar que reflexionar es poner en práctica cualquiera de estas destrezas.

Entiendo que habrá muchos especialistas que no compartan mi visión. A ellos les recuerdo que, optar por ser consultor holístico o generalista es una especialidad en sí misma (vaya paradoja) y que un consultor debería aprender a no recortar horas en la fase de diagnóstico, si quiere que su trabajo no se acabe volviendo en su contra.

Dicen que, gran parte del éxito de una empresa se basa en su enfoque o diferenciación con respecto a las demás. Creo sinceramente que uno de los principales puntos de innovación de JMA Asesores respecto a otras ofertas de consultoría del mercado, es precisamente, incorporar la visión holística o generalista a través de la función del consultor de empresas.

Jorge Ignacio Mata Arribas – Gerente de JMA Asesores – www.jma-asesores.com