Todavía no doy crédito a lo que leo en esta noticia . De verdad. Es demasiado surrealista hasta para lo que estoy acostumbrado a leer. Que una entidad como Bankia que necesita, aproximadamente unos 20 mil millones de euros de fondos públicos según las últimas estimaciones (se dice pronto) intente hacer una campaña orientada a captar fondos de los jovénes utilizando como reclamo una toalla de Spiderman es, cuando menos, de un gusto terrible.
Como estudioso y profesional del marketing, la primera pregunta que viene a mi mente es: ¿quién es el responsable de semejante atrocidad? Porque no creo que puedan sentirse precisamente orgullosos de ella. Comparado con esto, la famosa campaña de los bolsos de Loewe parece hecha por un genio. La segunda cuestión es todavía más peliaguda: ¿cuánto se ha cobrado por crear un despropósito como este? Mejor ni me lo planteo. Probablemente la respuesta me ponga de mal humor.
Pero sigamos analizando por aquello de que todos nos podemos equivocar. Pensemos en el público objetivo de esta campaña. Teóricamente, lo que se pretende con esta campaña es atraer fondos de un público joven que puede sentirse, de alguna forma, atraído por el personaje y por los premios que se ofrecen (viajes, consolas y cosas así, aparte de la sacrosanta toalla). Alguien como yo, en definitiva.
La verdad es que, a lo mejor resulta que yo y mis conocidos somos gente rara, pero creo que ninguno llevaríamos nuestro dinero a una entidad bancaria que necesita la mayor inyección de liquidez de toda la historia bancaria española por una toalla y, mucho menos, por la remota posibilidad de que nos toque un viaje al preestreno de una película o una consola. Por mucho que nos guste o nos deje de gustar el personaje elegido, vaya. Digamos suavemente que, de alguna manera, preferimos mantener nuestros ahorros en una entidad mejor gestionada que Bankia.
El otro día, precisamente hablaba en este artículo de que, precisamente, las empresas dan más importancia en la actualidad a la imagen que a la calidad del servicio. Pero por muy bonitas que sean sus galas, si en el fondo los clientes quedan insatisfechos, al final las cosas se complicarán más tarde o más temprano.
Me cuentan que, la promoción ya ha desaparecido de su web. Nada sorprendente. Aunque el daño ya está hecho y tiene difícil solución. En su favor hay que decir que, probablemente, la campaña de las toallas se haya planificado sin anticipar un entorno general hostil hacia Bankia como el actual. Pero eso no es excusa.
Incluso asumiendo que la situación ha «cogido por sorpresa» a la compañía, me cuesta mucho trabajo creer que en esa empresa haya alguien sin suficiente autoridad y sentido común como para dar marcha atrás antes de su lanzamiento a un «epic fail» como este para que no cause ningún daño. Esto no es marketing. Realmente da que pensar.
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