La fragilidad de una buena imagen corporativa

Imagen corporativa. Uno de los principales santos griales de cualquier estrategia de marketing. Algo que todos nos esforzamos por conseguir y, sobre todo, por mantener. Sin embargo, es increíble lo fácil que puede destruirse en cuánto nos descuidamos un poco.


Pero, ¿por qué estamos hablando de esto? La razón principal es que, cuando uno lleva mucho tiempo moviéndose por las redes sociales, comienza a ver a personas que alardean de lo que no son. Y, como suele decirse, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. Y da igual lo grande o importante que se crea la marca en cuestión. Un fallo en este aspecto es fatal.


Uno ya está acostumbrado a intentar ser cordial, o entablar una conversación informal con profesionales o empresas que alardean de ser sociales y comunicativos con todo el mundo y ni siquiera recibir una respuesta. Ni cortés ni descortés. Eso hace que uno empiece a plantearse si lo que pregonan tiene algo de verdad o sólo es un reclamo de marketing para atraer a nuevos clientes.

Hay mucha gente que utiliza las redes sociales con fines egoístas. Luego no debería sorprendernos que, haya gente, que tras intentarlo, y no ver resultados, dude de su eficacia. No es que el problema sea de las propias herramientas, más bien el problema es de los que las usamos. Lo que, desde luego, no funciona a nivel de imagen corporativa es intentar aparentar lo que uno no es. De hecho, se acaba perdiendo bastante credibilidad en el proceso. Algo que ninguno deseamos para nuestro negocio.

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