Evaluación del Rendimiento en la Empresa
La evaluación del rendimiento es, sin duda, una de las claves del éxito de muchas empresas.

Por tanto, es necesario hacer un esfuerzo de recogida, tratamiento y posterior control de la información que, diariamente, está entrando sobre nuestro trabajo diario.


Muchas teorías de gestión empresarial dicen que la dirección “por objetivos” está anticuada y desfasada, no obstante, en la mayoría de empresas que visito puede verse que todos y cada uno de los diferentes trabajadores tienen marcados sus propios objetivos, en función del puesto que desempeñan.


El ser humano es un ser que se mueve por objetivos y que, trabaja mucho mejor cuando comprende y asume las razones por las que se le han marcado estos objetivos. Esa es la parte estratégica, pero estrategia sin acción no es nada. Por eso, evaluar las acciones debe ser una constante.

¡Mucho cuidado con las conclusiones en las evaluaciones! Si los objetivos no han sido claros o realistas, resulta muy fácil echar la culpa a la parte que ha ejecutado la estrategia.

La ruptura entre estrategia y acción es una de las causas más frecuentes del mal funcionamiento de la empresa.

No tema pedir ayuda y no se avergüence por los errores cometidos en el pasado, muchas veces me encuentro con empresarios que intentan evitar el “ridículo” que les producen determinadas prácticas que ellos mismos saben que no son del todo eficaces.

Otra causa frecuente de un posible mal funcionamiento es la famosa frase “aquí siempre lo hemos hecho así”. Olvide esa frase y todo lo que representa si usted también la dice. Tenga en cuenta que, el mundo cambia a velocidades alarmantes, ¿por qué el entorno de su empresa debería ser diferente? Y si el entorno cambia, ¿no cree que también debería hacerlo su negocio?

El principal trabajo de un jefe o directivo intermedio es el de mantener unido y trabajando como un equipo a su grupo de trabajo.

Muchos jefes se escudan en un trabajo excesivo para “abdicar” sus responsabilidades de líder de equipo con los trabajadores. Y esto es un grave error.

El líder que no mantenga una comunicación constante y eficaz con su grupo de trabajo, está permitiendo que las cosas se hagan “de cualquier manera de tal forma que, los objetivos estratégicos quedan en buenos propósitos que se conocen pero no se aplican. Acaba imperando el objetivo a corto plazo (generalmente el que suele tener que ver con lo económico).

Debemos cambiar radicalmente nuestra forma de ver la empresa, y también asumir nuestra parte de culpa en los errores que se hayan podido generar. No todo es culpa del subordinado, probablemente tampoco nosotros hemos sido capaces de transmitirle la visión correcta de lo que queremos que sea nuestro negocio.

Pase mucho tiempo comunicando y tratando de ayudar a sus subordinados. Le verán como un auténtico líder y además, le permitirá conocer mucho mejor las necesidades del negocio, traduciéndose en estrategias realistas y alcanzables. Si sabe organizarse, el tiempo le alcanzará para no desocupar el resto de sus obligaciones.

También es muy necesario cuidar el trato diario que se le da al empleado, desde el punto de vista humano, no obstante, por la gran importancia de este tema, considero mucho más adecuado desarrollar todo un artículo al respecto en unos días. De ese modo, lograremos comprender mejor la problemática desde un punto de vista más diverso y amplio.