Una vez dijo Malcolm X «la educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a las personas que se preparan en el presente«. Todos somos capaces de ver «de boquilla» el valor de esta frase pero… ¿realmente cuantos la aplicamos en nuestro trabajo diario? Probablemente, un número mucho menor.
Muchos os preguntaréis «y esto… ¿a qué viene?» en estos momentos. Este tema siempre ha sido uno de mis temas favoritos para debatir con otras personas, y hoy hablando con otros profesionales de la formación hemos llegado a la misma conclusión. La educación tradicional está en decadencia. Solo basta con ver la preparación de la generación presente para comprobarlo. A pesar de ser la generación que más oportunidades y preparación ha tenido, los resultados apenas pueden calificarse de aceptables.
Omitiré las acostumbradas críticas que se suelen hacer a los jóvenes de hoy en día y que constituyen el eterno conflicto entre el mundo antiguo y el moderno. Al contrario que algunas personas a las que podría tacharse de «inmovilistas» no creo que todos los jóvenes seamos unos vagos, irresponsables, caprichosos e indisciplinados. Pero, ¿cuál es la raíz del problema? A mi modo de ver, la mayor parte de los jóvenes ni siquiera tienen claro qué es lo que quieren ser en la vida cuando llegan a la mayoría de edad. Esto tampoco sería tan grave de no ser el actual sistema educativo tan cruelmente especialista como lo es en la actualidad.
Pongamos por ejemplo las oportunidades que pueden abrirse ante un joven que desea ser un experto en gestión empresarial (y supongamos que realmente este sea un deseo propio y no un deseo impuesto por «modas«, por terceras personas o visiones personales distorsionadas como «si estoy en un despacho, seguro que trabajaré poco…». Este joven puede ser especialista en muchas disciplinas como finanzas, recursos humanos, marketing, comunicación y relaciones públicas, producción… cada una con una problemática diferente y compleja pero que, en última instancia, sirve a un objetivo común.
Una vez decidida esta opción, nuestro joven se esforzará en terminar sus estudios y, después de un largo período de prácticas (pues amargamente descubre que los años universitarios no le han servido más que para amontonar una gran cantidad de conocimientos teóricos que no tienen aplicación inmediata en un puesto de trabajo) quizá encuentre un puesto bien remunerado y seguro en una empresa conocida (si es multinacional mucho mejor) y será el orgullo de sus familiares y la envidia de sus amigos. En opinión de todos, puede decirse que ha alcanzado el éxito y el sueño de su vida.
Y a partir de ahí, ¿qué? Es posible que si nuestro joven amigo tiene talento y capacidades para ello se vea promocionado a puestos de mayor responsabilidad que le obligarán a esforzarse y quizá a repasar aquellos conceptos aprendidos en sus juveniles noches de intensivo estudio. A pesar de todos sus logros, no es infrecuente que nuestro ya no tan joven amigo sienta que su vida está perdiendo todo el sentido y encuentre pocas satisfacciones en su estilo de vida.
Ninguno queremos llegar a esta situación, ¿verdad? Creo sinceramente en que la formación es uno de los pilares para la felicidad de una persona. Formación libremente elegida por nosotros, y formación que no debe terminar nunca. Todos sabemos que la mayoría de la gente que estudia lo hace por el título y no por los conocimientos, esto debe ser al revés. La capacidad de una persona no se mide por los títulos que aparecen en su currículum, sino por su capacidad personal para aplicar esos conocimientos. Y un último consejo, nunca pierda la generalidad de las cosas, en ocasiones el ser un especialista es una desventaja, pues corremos el peligro de ver los árboles y no ver el bosque.
La capacidad de aprender y de pensar es lo que nos hace humanos, por tanto, cultivemos nuestra mente y esforcemonos por ser lo mejor que podamos. Si todos siguieramos este método, seguramente lograríamos mejorar nuestro nivel de vida. Recordad que me encantaría recibir vuestros comentarios, ideas y sugerencias para mejorar este blog.
Jorge Ignacio Mata Arribas – Gerente de JMA Asesores – www.jma-asesores.com
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