La Economía Social
Que la crisis mundial está obligando a cambiar los paradigmas socialmente aceptados de la gestión empresarial no es una afirmación excesivamente innovadora. De hecho, podríamos decir que es algo evidente y de sentido común. Y acertaríamos.

Desde hace ya algunos años, las formas societarias más propias de la economía social como las sociedades cooperativas o las laborales (anónima y limitada), han tenido un crecimiento sostenido y sólido. Pero es, a partir de 2008, cuando su crecimiento se ha disparado hasta niveles nunca vistos.


Uno de los sueños del socialismo se ha cumplido, paradójicamente, dentro del capitalismo. El que los trabajadores fueran dueños de su trabajo y, por tanto, recibieran parte de los beneficios de la empresa. El propio Marx estaría orgulloso.

No obstante, todavía hay emprendedores que siguen sin ver más allá de las sociedades mercantiles de toda la vida, sin plantearse, en absoluto, las posibilidades interesantes que podrían disponer creando una estructura de economía social.

Pero, no toda la culpa es de ellos. También los que nos dedicamos al asesoramiento tenemos nuestra parte de culpa. Es común, entre nuestro colectivo, ver sociedades como la cooperativa como una rareza administrativa, con procedimientos y trámites que apenas recordamos haber estudiado hace muchos años. Y es una lástima.

Estas sociedades, además, tienen posibilidades infinitas de subvenciones por parte del Estado y las diferentes administraciones públicas que lo conforman. No obstante, el tema de las subvenciones es complejo, y hay que estar muy atentos a las novedades cambiantes que se producen antes de decidirse por un tipo de sociedad u otro.


Pero esta revolución social de la economía no sólo se está produciendo en un aumento de las fórmulas societarias alternativas y sociales, sino también en otros muchos fenómenos como la banca ética, las empresas y asociaciones que defienden un comercio justo con otros países y, nuevos métodos de colaboración entre empresas que incluyen intercambio de servicios.

Lo que está claro es que, como empresas, no podemos perder de vista jamás el entorno en el que nos movemos. Eso sería un tremendo error estratégico que haría que nuestra empresa quedará rápidamente anticuada y fuera perdiendo el terreno que, tanto esfuerzo y trabajo invertimos en ello.

He aquí que, se está empezando a dar una importancia vital a las políticas de responsabilidad social corporativa en las empresas. Esto es algo que, en cierto modo, no es novedoso, pues muchas grandes empresas llevan años haciéndolo con notables éxitos. Pero sí es algo que está empezando a trascender en la pequeña y mediana empresa.

Existen muchas formas interesantes (y, lo más importante, no necesariamente económicas) de colaborar por hacer de este un mundo mejor y, las empresas que se resistan a ofrecer un bienestar social van a tener una tremenda desventaja competitiva frente a sus rivales.

Le invito a que conozca las últimas tendencias que se están produciendo en su sector, e intente, en la medida de lo posible, implantar un proyecto de RSC innovador y diferente del de sus rivales. No encontrará una forma de marketing más efectiva que la que implica ayudar a las personas a conseguir sus objetivos.

Jorge Ignacio Mata Arribas – Gerente de JMA Asesores – www.jma-asesores.com