Es habitual encontrarse con empresas que, a pesar de monitorizar y controlar sus resultados, no toman las decisiones correctas a la hora de corregir comportamientos que, claramente, no funcionan. Será pereza, arrogancia o despreocupación pero, encuentro que cuánto más grande y exitoso se hace un negocio, menos se preocupa de seguir observando sus números y de seguir mejorando. Y es algo que no quiero que le ocurra.
En otros artículos comentaba que el mayor enemigo de cualquier empresa es el ego. El ego hace que nos despreocupemos, que empecemos a ser perezosos en la monitorización de nuestros números y estadísticas. Al fin y al cabo, ya hemos alcanzado el éxito así que… ¿para qué preocuparse?
Algunos han llamado a esta enfermedad el “germen corporativo”. Conforme más grandes y exitosos somos, más tiempo pasamos en tareas rutinarias y burocráticas, que sabemos que no aportan nada al bienestar del negocio, pero las consideramos necesarias… Miles de ejecutivos sufren de este germen en interminables reuniones, redacción de informes que luego no son leídos por sus superiores y, otras tareas, que acaban distrayéndoles del objetivo principal y les causan un gran estrés.
Yo asumo que cuando usted decidió iniciar su propio negocio, lo último que quería era enterrarse en una montaña de papeles y trabajar todos los días hasta altas horas de la madrugada. En tal caso, tal vez le habría ido mejor siguiendo en su anterior trabajo u ocupación.
Un emprendedor debe aprender a pensar en términos de rentabilidad. Si algo de su trabajo no es totalmente necesario o sabe que podría hacerse de una forma más rápida, ¿por qué continua haciéndolo de la forma acostumbrada? ¡Sabe que no funciona! De ahí que se diga que los perezosos son los mejores emprendedores.
No pongo en duda el enorme valor del trabajo duro. Pero no se trata de trabajar duro por el simple hecho de hacerlo. Sino de trabajar duro en algo que sabemos que funciona y que nos va a aportar una rentabilidad, en caso contrario, ¿no se le ocurren mejores formas de matar al aburrimiento que trabajar? Piénselo: trabajamos para vivir y no al revés.
Aquellos que prestan algo de atención a su alrededor, lo ven con claridad. Muchas personas se escudan en su trabajo porque no saben qué hacer con su tiempo libre. Es duro de decir, pero también muy real. Quizás lo usan como un mecanismo de escape para satisfacer facetas de su vida menos agradables o para buscar el reconocimiento de los demás.
Parece paradójico pero, un gran emprendedor no es quién más se preocupa por su negocio, sino quién más sabe preocuparse en los momentos adecuados. Un gran emprendedor sabe que los problemas pueden presentarse en cualquier momento, por eso, no pierde la perspectiva global del entorno y dosifica sus fuerzas para concentrarlas en evitar o destruir los problemas que, tarde o temprano, siempre aparecen.
Si, después de leer este blog, solo hubiera aprendido esta lección, le aseguro que ya habría rentabilizado sobradamente el tiempo invertido en esta tarea, y eso le permitirá afrontar los negocios con una visión más clara y tranquilizadora, lo que, a largo plazo, le facilitará el camino al éxito. A fin de cuentas, no conozco una forma más sencilla y agradable de triunfar que haciendo lo que de verdad te gusta.