La toma de decisiones es un proceso que vive cualquier directivo en su día a día y que, por tanto, afecta poderosamente la realidad de cualquier negocio.
Muchos son los textos que se han escrito acerca del procedimiento más idóneo para tomar las decisiones correctas.
Más este artículo pretende todo lo contrario. Que es ni más ni menos que analizar los principales errores que suelen cometerse en estos aspectos. Ya se sabe que tan importante es saber lo que debe como lo que no debe hacerse. Y de esto último vamos a encargarnos hoy.
Principalmente podemos decir que existen 3 errores fundamentales a la hora de tomar cualquier decisión. Aquí los tenemos:
Optimismo desmesurado
En las empresas hay demasiados optimistas sin remedio. Personas que planean y nunca piensan que sus planes vayan a salir mal. Aunque el optimismo de por sí no tiene nada de malo, conviene saber ponerle frenos, especialmente cuando la tendencia dominante es la de menospreciar los riesgos que pueden correrse en cualquier situación.
Cuando uno tiene la responsabilidad de la marcha de una empresa no puede permitirse ser irreflexivo. Por el contrario, debe aprenderse a sopesar bien los pros y los contras antes de emprender cualquier proyecto. Esa es la razón de que, muchos directores generales tengan fama de ser excesivamente reflexivos.
Parálisis por análisis
Este error es el opuesto al anterior. En esta situación el tomador de la decisión teme tanto equivocarse que, sencillamente, retrasa la decisión indefinidamente alegando que necesita más información o estudios sobre la situación a decidir.
Nadie niega el inmenso poder que los datos tienen para poder acertar en nuestra elección. No obstante, jamás podremos obtener toda la información de una situación concreta. Siempre habrá algo que se nos escape. Por tanto, debemos aprender a separar el grano de la paja en cuanto a información y centrarnos en el quid de la cuestión antes de poder decidir.
Efecto avestruz
Este es otro de los fallos más corrientes en la empresa. Tal como su nombre indica, este error consiste en hacer como que los problemas no existen, ignorándolos. Justo lo mismo que hace el avestruz cuando mete la cabeza en un agujero.
Me parece innecesario decir que, evitar el problema nada tiene que ver con solucionarlo. Muchos perfeccionistas acaban siendo víctimas de este efecto, al temer por su excelente reputación. Lo paradójico de estos casos es que, a la larga, la reputación se pierde no por los fallos, sino por la falta de iniciativa para evitarlos.
Equivocarse es algo bastante natural, tanto en la toma de decisiones como en cualquier otro aspecto de la vida. Todos lo hacemos a diario. Por tanto, el truco no está tanto en ser infalible como en no cometer dos veces el mismo error.
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