Son muchos los hombres de negocios que me preguntan directamente, ¿cómo puedo incrementar la rentabilidad de mis acciones de marketing sin aumentar el presupuesto? Muy simple. Mediante algunas de las herramientas del marketing low-cost. Hoy hablaremos de una de ellas: el patrocinio.
El patrocinio no es una fórmula excesivamente innovadora y, quién más y quién menos ya sabe cómo funciona a grandes rasgos. Lo que es bastante curioso es que sea tan poco utilizada y, todavía más curioso, es lo mal que tiende a utilizarse.
Podríamos empezar hablando de su versatilidad, pues el patrocinio es una fórmula para hacer marketing que, no necesariamente, implica un desembolso económico. Un ejemplo tan buen como otro sería una tienda de alimentación que podría perfectamente contribuir con una degustación de productos en cualquier evento de relativa importancia.
Incluso cuando el patrocinio conlleva un desembolso económico, este no suele ser una cifra demasiado elevada, siendo fácilmente asumible, incluso por los presupuestos de marketing más austeros. Esto hace que, sea una opción ideal para microempresas con ganas de hacer cosas diferentes.
Pero… ¿es oro todo lo que reluce? Por supuesto que no. El principal error que se comete al otorgar un patrocinio, es el de fallar en la definición del target o público objetivo. Tenemos que esforzarnos por realizar patrocinios que sean coherentes con nuestra imagen de marca, o corremos el peligro de perder o empeorar nuestro posicionamiento.
Tampoco piense en un patrocinio como algo aislado, como cualquier mensaje dentro de su campaña de comunicación, debe ser sostenido y reiterado a lo largo del tiempo para hacerse creíble. Muchas empresas deciden “probar” por una vez y, decepcionados por los escasos resultados tienden a abandonar esta fórmula.
Es fácil descubrir que si aunamos la constancia de la comunicación con la coherencia en la elección del público objetivo, podremos disfrutar de unos resultados de comunicación excelentes por una inversión relativamente baja mediante esta fórmula.
La reputación no es algo que se consiga rápidamente y sin esfuerzo. Sólo puede conseguirse mediante una inversión seria de capital, trabajo constante y, sobre todo, tiempo. Le aconsejo que siga la regla “sin prisa, pero sin pausa” en la comunicación de su negocio.
Por último, mi recomendación es que realice un contrato firmado para especificar las reglas que regirán el patrocinio. La mayoría de estos acuerdos se realizan mediante un consentimiento tácito, y de forma oral. Está bien que valore la palabra de las personas, pero con determinadas cosas, como la credibilidad e imagen de su organización, no se juega.
Usted debe dejar perfectamente definido qué es lo que va a ofrecer como patrocinador y qué va a recibir, de la forma más exacta posible, a cambio. Es la única manera de asegurarse que su patrocinio va a resultar el éxito deseado. Si sigue estos sencillos consejos, estará en el buen camino para conseguir que sus patrocinios se conviertan en acciones de marketing rápidas y contundentes.